Una aproximación a la arquitectura y diseño minimalistas

GABRIEL

Gabriel Martínez  –  Arquitecto de Bosques de Santa Rita

En momentos de crisis como este todos tendemos a cuestionarnos sobre el sentido de las cosas, especialmente sobre el sentido de nuestra existencia. Si como postulan la mayoría de las filosofías religiosas: somos seres espirituales viviendo una experiencia humana, llegamos más o menos a la misma conclusión, el sentido de nuestra vida es trascender a través de algo o alguien, dejar una huella en el mundo o ser capaces de alcanzar el mundo venidero, perpetuarnos en un linaje; sin embargo ¿Quién recuerda a los fulanos y zutanos del pasado? La verdad es que somos fáciles para olvidar, como dijo Neruda: es tan corto el amor y es tan largo el olvido. Y en ese olvido tan largo todos entramos. 

Entonces ¿Qué nos queda?, la respuesta es VIVIR. Vivamos sueños activos y despojémonos de todo lo que estorba nuestra plenitud. Y en el camino de una vida plenamente consciente de sí, de su presente y unicidad, hay cosas que se interponen, que estorban. Si nos preguntamos ¿Son absolutamente necesarias en mi vida todas las cosas de las que me rodeo? Ya sean objetos, pensamientos, personas, en un ejercicio de honestidad descubriremos que lo fundamental para vivir es muy poco, el problema es el apego que hemos heredado y/o desarrollado a lo largo del tiempo por muchas cosas innecesarias, pues parafraseando a Job: desnudos salimos del vientre de nuestra madre y desnudos volveremos allá. Ninguna posesión material nos acompañará a la tumba, esto es algo significativo. Solo lo fundamental permanece.

El minimalismo lejos de ser una tendencia de diseño es toda una filosofía de vida, cuya finalidad es aligerarnos de las cargas innecesarias que nos impiden fluir libremente en el día a día. En otras palabras, la meta del minimalismo es hacernos conscientes de lo efímero de nuestra existencia y de lo precioso de las cosas que damos por hecho: el respirar, la capacidad de sentir, la gente que nos rodea, contemplar un amanecer, etc. Por otro lado, el ejercicio del minimalismo nos permite el ahorro, tanto de energía como económico. No digo que haya que privarse de todo, más bien que tomemos conciencia de todas las implicaciones emocionales, espirituales, energéticas y económicas que acompañarán la adquisición de cualquier cosa. Todo importa, todo impacta, todo transforma y no siempre en sentido positivo.

Mi epidermis es mi primera piel, mi ropa mi segunda piel y el espacio que habito es la tercera. A través de estas capas de piel respiramos y nos purificamos, evitemos pues todo lo dañino que se interpone entre nuestro ser interior y el universo. A partir de la comprensión y aceptación de estas verdades es que los objetos y espacios adquieren nuevas dimensiones y podemos generarlos y valorarlos a partir de su verdad, es decir, sin el estorbo de lo no esencial, esto es el origen de una estética bella por su honestidad, refinada por su simplicidad, valiosa por su significado. A partir de la comprensión de estas posturas ante lo material cobra un nuevo sentido la frase de Mies van der Rohe: Menos es más.

Comentarios (5)

Blanca García Saldaña

Sabías y verdaderas palabras….mis respetos Gabriel..

Me encantó el artículo y la manera en como se transmite la esencia de lo minimalista ¡Felicidades Gabriel!

Verónica Hernández

Me gusto el artículo y muy cierto!!! Felicidades

El enorme valor de la austeridad…, me gusto mucho leerte. Buen artículo

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